Pero, de pronto, con el llamado mágico de la narradora llegó... ¡un dinosaurio de color azul!, con él los chicos pudieron sacarse fotografías, abrazarlo y reír.
También hubo un momento en el cual cada uno se volvió pintor y coloreó una imagen de la ciudad de la risa, cuando no tenía color.
Los chicos de la mañana y de la tarde estamos felices, ¡gracias!